“Kirchner es un monstruo, un psicópata y un cobarde. Su actitud de matón enmascara una profunda sensación de inseguridad e inferioridad. No es un genio perverso. Sólo es un perverso”, le aseguró Sergio Massa a Vilma Martínez, embajadora de los Estados Unidos, durante una cena distendida y entre amigos. Martínez recordó una a una esas palabras, prendió su computadora y escribió un cable clasificado que voló sin escalas hasta Washington. Ese cable se filtró en la ola de Wikileaks y Massa aprendió que no puede soltar sus pensamientos ante un cuadro político del Departamento de Estado.
Massa y la embajadora Martínez
Cristina Fernández crucificó a Massa cuando leyó sus opiniones en los cables filtrados por Wikileaks y juró una venganza política eterna. El Estado vigila al líder opositor y a su familia, controla sus cuentas y aguarda su oportunidad para ejecutar el sueño que desvela a la quinta de Olivos. La inquina es tan violenta que han inventado partes de inteligencia para complicar a Massa en operaciones políticas que son ajenas a su ambición y estrategia electoral.
CFK coquetea con Mauricio Macri y juega sus fichas para evitar que Daniel Scioli y Massa arriben a Balcarce 50. En este escenario, casi no le molestó que Marcelo Tinelli se sacara una foto con Macri, tras cuestionar el anteproyecto del Código Penal que proponía una reforma estructural ajenas a los intereses actuales de la opinión pública.
Pero la Presidente no soporta, bajo ningún argumento, que Marcelo vaya a Tigre junto a Adrián Suar y haga campaña a favor de Massa. El tuit de Tinelli elogiando la intendencia controlada por Massa causó un ruido de puertas y tacos en Olivos que sorprendieron al personal que ha visto a Carlos Menem en malla, a Eduardo Duhalde jugando al tenis y a Fernando de la Rúa durmiendo bajo los árboles.
Paso @SergioMassa a saludarnos por la grabación. Que lindo que esta Tigre. http://ift.tt/1dMgLc6
Gracias @cuervotinelli por elegir @MunicipioTigre para grabar la apertura de tu programa. ¡Muchos éxitos! http://ift.tt/1dMgMN2
Cristóbal López es un empresario oficialista que cumple las órdenes de Cristina, por lo menos hasta hora. Su fortuna creció a la sombra de la familia Kirchner y su ambición es ilimitada. Hace unos meses, compró los medios del grupo Hadad y se asoció con Tinelli, que prometió lealtad eterna a cambio de recibir una fortuna por su productora de contenidos.
López creyó en Marcelo y aseguró en Olivos que tenía controlado al conductor de televisión. Pero Tinelli ya tiene agenda propia y aplica su espíritu de supervivencia: pasó a Menem, pasó a De la Rúa, pasó a Rordíguez Saá, pasó a Duhalde, pasó a Kirchner y ahora busca un atajo para llegar a Balcarce 50 con Massa, Macri o Daniel Scioli, con quien se sacará su próxima foto política.
Por instrucción presidencial, Marcelo y Massa ya comparten la misma lista que integran Alberto Fernández, Roberto Lavagna y Héctor Magnetto. La orden es reciente, antes que Cristina afirmara que “no necesitamos voces que traigan deseos de venganza, de enfrentamiento o de odio. Eso es malo”.
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Marcelo Tinelli juega con fuego
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